lunes, 11 de febrero de 2008

"El niño que cayó del cielo"

."El niño que cayó del cielo"


Kyson Stowell, un bebé-milagro, ilustra el mortal capricho de los tornados sufridos en el sur de EE.UU. Le encontraron con vida a 140 metros de su casa destrozada, no muy lejos del cadáver de su madre.

Ya habían completado una búsqueda por ese campo. Era de noche, llovía y no habían encontrado ningún superviviente. Solamente tres cadáveres en la zona de Castalian Springs, Tennessee, una de las más afectadas por el inesperado medio centenar de tornados que esta semana han esparcido caprichosamente muerte y destrucción por el sur de Estados Unidos. Pero un miembro de los equipos de rescate, David Harmon, persistió un poco más hasta fijarse en lo que le pareció un muñeco con la cara enterrada en el barro.
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Al acercarse, David pudo comprobar con su linterna que no se trataba de un juguete sino de un bebé de once meses, todavía con vida después de haber sido arrastrado unos 150 metros desde su casa derruida por los catastróficos vientos provocados tras un inusual día de primavera en pleno mes de febrero. «No es un muñeco, está vivo», fue el grito que el joven bombero lanzó a sus compañeros antes de colocar al pequeño en una ambulancia con destino a un hospital infantil en Nashville.
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El niño ha sido identificado como Kyson Stowell, y su foto se ha convertido en una especie de ilustración del capricho destructivo de la inesperada ofensiva de tornados que durante la noche del «supermartes» se cobraron sesenta víctimas mortales por todo el llamado Cinturón de la Biblia, pero especialmente en Tennessee. El cuerpo sin vida de la madre del pequeño, Kerri de 23 años, fue encontrado en la dirección opuesta a su casa, entre unos árboles arrancados como si fueran malas hierbas. O como ha explicado con elocuencia sureña el gobernador Phil Bredesen, «es como si el Señor hubiera utilizado un estropajo de alambre para cepillar el suelo».
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Los sanitarios que administraron los primeros auxilios temieron que el pequeño Kyson, con la mirada pérdida y que solo alcanzaba a tiritar, hubiera sufrido significativas heridas internas o un grave golpe en la cabeza. Pero se alegraron, al tomar como un buen indicio, que el niño empezase a reaccionar llorando. Salvo rasguños en la cara, el bebé no presenta mayores secuelas físicas y ya ha recibido el alta médica.
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Su abuelo, Doug Stowell, ha atribuido a una intervención divina el que «mi nieto no ha haya tenido el mismo destino trágico que mi hija», destacando también la suerte de que a la una y media de la madrugada se pudiera encontrar al pequeño, todavía vestido con una camiseta y un pañal. De la casa que compartían el bebé y su divorciada madre literalmente no queda nada en pie. Como tampoco de la contigua oficina de correos, cuya caja fuerte de trescientos kilos también «saltó» la carretera hasta caer un predio vecino.

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